Escribo el presente post haciendo zapping entre ESPN e ESPN+. En uno está un excelente partido del fútbol inglés, entre el Manchester City de Mancini, segundo en el campeonato, y el Chelsea que pelea puestos de Champions League. En el otro, un partido no tan excelente entre el Atlético de Madrid que con gol de Falcao García le gana al Athletic de Bilbao en el Vicente Calderón. En uno no tengo a quién apoyar ni por qué apoyarlo. En el otro, apoyo a los dos, tanto por el gran fútbol que Bielsa le impuso al equipo vasco, como por la presencia de Falcao en los colchoneros.Y es eso normal en el fútbol; de hecho, en todo lo que uno hace. Tomar partido por una opción contra otra(s). En el caso del fútbol, apoyar a un equipo entre los muchos de una liga.
Adolfo Zableh, para su blog en Soho, escribió esta diatriba sobre los "hinchas" del Barcelona. Sumamente fuerte, al "estilo" del escritor de verdades absoultas que se cree Zableh. Lo interesante es que estoy de acuerdo con varios postulados que plantea en dicho artículo. Sinceramente, no puedo tomar en serio a aquellos que siguen al equipo de moda: que fueron hinchas del Milan en 2005, hasta que el Liverpool les volteó la final y comenzaron a cantar ahí "You'll Never Walk Alone". En sus casas están las camisetas (si no las botaron) del Boca de los colombianos, el Madrid galáctico, el Chelsea de Mourinho, y ahora las del Barça de Guardiola. Es gente que sí, es fanática del fútbol, pero que toma el camino fácil de escoger el equipo más ganador del momento y que, por ende, es pasajera habitual del bus de la victoria.
Ha terminado el partido del Atlético, que ganó 2-1 al Athletic Bilbao. Me alegro porque Falcao metió dos goles, pero no voy a restregarlo a nadie. Acaso digo tres cosas en Twitter. Pero no me voy a matar con nadie por eso, es un partido más entre los cientos del fútbol moderno. Cosa que no pasa con los partidos de Millonarios, el equipo del que decidí hacerme hincha aún cuando había un equipo boyacense en la B, llamado Lanceros. Y me volví simpatizante de Patriotas después, ya viviendo en Bogotá.
Porque ahí viene el tema de por qué uno se hace hincha de un equipo, sea el que sea, y cuál es la contradicción que radica en el tema de la entrada de Zableh. El creer que hacerse uno hincha de un equipo que no sea el de los papás de uno, o de la ciudad de uno, lo hace a uno automáticamente una persona de nivel inferior, un paria del fútbol (así lo describió el mismo Zableh). Porque a uno no lo hace hincha el ver al equipo en la ciudad de uno, menos en esta época de contratos televisivos de siete figuras en dólares, streamings por Internet, redes sociales, cambios de camisetas cada año, e infinidad de páginas dispuestas a servir el deseo de los hinchas.
Es apenas obvio que la gente apoye al Barcelona de Messi: cómo es posible, para alguien que acaba de empezar a ver fútbol, no apoyar a un equipo que juega tan bien? Aún más cuando cada día hay al menos un artículo en los periódicos, y no me refiero a los deportivos, sobre este Barça de Guardiola y del Madrid. Cuando tanta saturación está presente, se hace ingenuo pensar que alguien va a dárselas de irreverente y decir que en vez de hacerle barra al Real Madrid se la haría al Rayo Vallecano, como propuso Zableh en su artículo. Es poco probable que algún observador casual apoye a un Getafe, si resulta que en las noticias sólo sale el Getafe cuando lo pasea el Barcelona o el Madrid, o le anota gol Falcao.
Porque esa es la verdad: uno se vuelve hincha de un equipo por un factor social. Porque es el equipo de los padres de uno, y toda la vida vio a su papá echar la madre (la de él) con cada derrota, y celebrar con cada victoria. En la ciudad de uno, él vivió ese ambiente alrededor cada domingo, la expectativa por el partido, las fiestas tras los títulos y la pesadumbre de las eliminaciones. Pero ya esto no es necesario: ahora uno puede seguir tranquilamente a Patriotas estando en La Plata (Huila) si tiene DirecTV, o en La Plata (Argentina) si tiene una conexión de Internet y rcnmundo.com no está caída. Ese ambiente de saturación puede crearlo uno mismo, y si da la casualidad que esa saturación la impulsa un periódico hablando sólo de Millonarios y Santa Fe, o un canal de televisión que no pasa más partidos que de Nacional, es lógico que uno comience a intersarse por esos equipos.
Porque al final, la pelea de por qué se hace uno hincha de un equipo es vacía. No tiene realmente ningún asidero pelear por gustos. Es como pensar en por qué le gusta la persona con la que tiene algo: o se deshace en obviedades y lugares comunes para justificarse, o simplemente no tiene razón: "me gusta porque me gusta y ya". Pelear por eso es innecesario y redundante, una pelea ilógica que lo único que demuestra es el ítem de superioridad percibida de los que dicen tener razones profundas para hacer barra por los equipos que le hacen barra. Que curiosamente, son hinchas casi siempre de Millonarios o Santa Fe.
O realmente no es tan curioso. Es un tema de superioridad moral percibida por los hinchas azules y rojos, porque son equipos que captan fanàticos a pesar de no ganar torneos. Cuando uno les pregunta la razón, eximen temas profundos: normalmente son bogotanos, o son hinchas del equipo porque la familia era hincha de ese mismo equipo. Es decir, porque el papá se hizo hincha de un Santa Fe como el de Alfonso Cañón y Ernesto Díaz, o porque en los tiempos de colegio estudiaba con hinchas del Millos de Vanemerak, Gamero y el Panza Videla. Equipos ganadores, lo que los iguala a los que hoy se hacen hinchas del Nacional de Pabón y Macnelly, o del Barça.
En síntesis, la columna de Zableh es simplemente una forma más de expresar un perjuicio. El prejuicio de que quien es hincha del Barcelona es un hincha exitista que abandonará el barco en ese momento. Es probable que eso suceda cuando a los culés los reemplace un Inter, un Madrid o un Manchester City; pero habrá seguramente gente que siga siendo barcelonista. Y este prejuicio de Zableh, en realidad, demerita los valores que tenga. Eso, o son celos porque el Barça de Guardiola adquiere tantos hinchas mientras el Madrid de Mourinho ninguno. Todo puede pasar.
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