Caballito dopado

La entrevista de Lance Armstrong a Oprah Winfrey de hoy develó un rumor que circulaba a gritos en el ciclismo mundial. El ciclista estadounidense, que venció al cáncer de testículo para ganar siete Tours de France, confirmó que sus victorias en tierras galas fueron impulsadas por el dopaje. EPO, transfusiones, Mercia, cualquier cosa que sirviera para aumentar el rendimiento fue usada por el equipo US Postal para que su líder venciera en el Tour. Y hoy, ante Oprah, reconoció lo que no había querido reconocer ante los jueces de la USADA (Agencia Antidopaje de Estados Unidos), que lo despojaron de sus títulos. 

Las implicaciones de que Armstrong haya reconocido su dopaje van mucho más allá de una entrevista a una estrella mediática como Oprah Winfrey. Lance está advirtiendo que el uso de sustancias potenciadoras del rendimiento es una cosa que, lejos de los esfuerzos de la Unión Ciclística Internacional, Amaury Sports (el grupo organizador del Tour de France y de muchas otras carreras en Europa) y la WADA, sigue vigente en los equipos ciclísticos, e incluso deja un manto de duda sobre la propia UCI. ¿Cómo pudo una organización tan meticulosa en apariencia, luego de los casos del equipo Festina, Floyd Landis y la Operación Puerto, dejar pasar lo que sucedía en el US Postal? Si hubo complicidad de la UCI, no se sabe aún.

Lo cierto es que el ciclismo queda muy mal parado. Armstrong dice que es imposible ganarse una carrera así (lo que no sólo incluye al Tour, sino a las otras dos grandes, el Giro de Italia y la Vuelta a España) sin tomar pastas. Y por las experiencias de años pasados, parece ser así: Alberto Contador ya sufrió una suspensión por dopaje. Jan Ulrich, uno de los principales rivales de Armstrong en esos Tours, cayó en la Puerto, tal como Alejandro Valverde, Iván Basso, Santiago Botero, el difunto Marco Pantani y dos equipos enteros. Michael Rasmussen y Alexander Vinokourov (medallista de oro en ruta de Londres 2012) fueron retirados del Tour 2007 por transfusiones. Y así.

Y eso va mucho más atrás: en los 60 las anfetaminas eran las drogas elegidas para mejorar la capacidad y la resistencia de los ciclistas, llegando incluso a matar a Tom Simpson por deshidratación. Un examen en 1974 de anfetaminas agarró, entre otros, al histórico Eddy Merckx. La ilegalización de las anfetaminas hizo que otros se doparan con cortisona y demás esteroides. Y luego llegó la era de la EPO, las transfusiones y demás mecanismos para que la sangre se oxigene más rápido y tenga mayor capacidad de transportar oxígeno, mediante un aumento de los glóbulos rojos llamado "factor hematocrito".


Por otro lado, esto se puede lograr de forma natural, y es parte de la explicación del poder de los ciclistas colombianos en las montañas. Mi padre, que es docente de educación física, cuenta que un día apareció en Tunja gente de una agencia de dopaje con los abogados de un ciclista colombiano (mis excusas: no recuerdo el nombre del ciclista) al que acusaban de usar transfusiones de sangre debido al factor hematocrito elevado que tenía. Los abogados argumentaron que esto se puede conseguir naturalmente y se fueron a Paipa a probarlo: cogieron gente al azar en la plaza y les tomaron una muestra de sangre. Y todos, desde el niño de colegio hasta la vieja campesina, tenían un nivel de factor hematocrito que envidiaría Andy Schleck. No les quedó más remedio a los miembros de dicha agencia que dejar de importunar al ciclista.

El caso es que estas ventajas naturales no las tienen todos los ciclistas. Y si bien se puede decir que es injusto que un ciclista pueda contar con un factor hematocrito alto por haber nacido en suerte en Cómbita o Chocontá, lo es más que un deportista se "ayude" a punta de medicinas y transfusiones que pueden dañar su salud: una sangre con hematocritos altos es más espesa y, por ende, tiene mayores probabilidades de provocar infartos o embolias. Y al final de cuentas, la idea del deporte es que gane el que hizo su mejor esfuerzo, no el que consiga el mejor médico o el que tenga más plata para esconder su dopaje.

En este sentido, el ciclismo está en crisis. Este cuadro de Wikipedia muestra cómo los top 10 del Tour de Francia entre 1998 y 2012 han sido en su gran mayoría vinculados a, acusados de, o miembros de redes dedicadas a doparse. Y un deporte que ha mostrado grandes hazañas, entre las que se incluye la aparición de un sobreviviente de cáncer entre sus figuras, no puede presentarse como una carrera de científicos contra agencias, una suerte de juego de policías y ladrones para dopar gente y ponerla tres semanas a montar cicla por Europa. Esto es un remezón muy fuerte a las estructuras ciclísticas, y como aficionado a los caballitos de acero, quisiera pensar que va a servir para evitar que las carreras las ganen los caballos dopados.